Es frecuente navegar entre noticias que desalientan, nos decepcionan o nos hacen perder la esperanza, me encontré con esta nota que a mi parecer es muy importante darla a conocer, ya que El Salvador se convierte en el primer país del mundo en prohibir la minería metálica.
“En ningún país del mundo deja de ser contaminante la explotación minera”.
Saludos y bendiciones a nuestros hermanos Salvadoreños por esta magnífica decisión, cuidar el planeta nos compete a todos.

Defendamos juntos la vida NO a la minería
La Iglesia salvadoreña pide prohibir la minería metálica. Al aprobar esta ley se está dando énfasis al artículo 1 de la Constitución de la República que reconoce a la persona humana como el origen y el fin de la actividad del Estado Manifestación contra la explotación minera en El Salvador.
La Iglesia elevó su voz contra la minería. En recientes declaraciones a Radio Vaticana, Monseñor José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, señaló que la Iglesia ha elevado campañas de oración y concientización (aclaro: concienciación es lo correcto) para que la minería metálica fuera prohibida en El Salvador, el país más pequeño y más densamente poblado del continente americano.
Nuestra situación geográfica es particular, porque somos un país muy pequeño y muy poblado. La zona minera está en el norte del país, es una franja que va a lo largo de todo el país.
En el sur está el mar Pacífico, y como es natural, el nivel del suelo es a cero metros en donde está el mar, y luego va subiendo. En la parte con la frontera con Honduras, es decir, en la parte más alta está la zona minera.
Como la minería siempre se realiza utilizando cianuro, que separa el oro de los demás metales, se ocupa mucha agua -una mina ocupa aproximadamente un millón de litros de agua diarios- y toneladas de cianuro.
El agua con cianuro es altamente venenosa. Si inyectamos cianuro en la parte norte del país, por gravedad va a contaminar todo el país. Por eso no es viable: en ningún país del mundo deja de ser contaminante la explotación minera, y causa mucho daño, pero en El Salvador sería aún peor, señaló monseñor Escobar Alas.